#ZNCine – Crítica de Kraven the Hunter, de J.C. Chandor
Hoy hablamos de Kraven the Hunter, la adaptación cinematográfica del villano de Marvel Cómics protagonizada por Aaron Taylor-Johnson.
Dirección: J.C. Chandor
Guion: Matt Holloway, Art Marcum, Richard Wenk. Historia: Richard Wenk. Personaje: Steve Ditko, Stan Lee.
Música: Evgueni Galperine, Sacha Galperine, Benjamin Wallfisch
Fotografía: Ben Davis
Reparto: Aaron Taylor-Johnson, Russell Crowe, Ariana DeBose, Fred Hechinger, Alessandro Nivola, Christopher Abbott, Levi Miller, Greg Kolpakchi, Murat Seven, Robert Ryan, Luke Dixey, Tianyi Kiy, Viv Weatherall
Duración: 126 min
Productora: Marvel Entertainment, Sony Pictures, Arad Productions, Matt Tolmach Productions, Columbia Pictures. Distribuidora: Sony Pictures
Nacionalidad: Estados Unidos.
En marzo de 2024 un servidor reseñaba en Zona Negativa aquella nadería titulada Madame Web y en noviembre hice lo propio con la previsible Venom: El último baile. En ambos textos hice alusión al poco sentido que tiene el afán de Sony Pictures Entertainment por intentar sacar adelante en pantalla grande a algunos de los villanos de la galería de Spider-Man, con el enorme handicap que supone la ausencia de este último en las tramas. Solo la trilogía protagonizada por el Eddie Brock de Tom Hardy ha salido rentable, ya que otros productos como Morbius, la ya mencionada Madame Web o la cinta que nos ocupa en esta entrada han sido, en mayor o menor medida, fracasos de crítica y público. El último clavo en el ataúd del Sony’s Spider-Man Universe ha sido Kraven the Hunter, primer largometraje en solitario de otro veterano enemigo de nuestro amistoso vecino, Sergei Nikolaevich Kravinoff, interpretado por Aaron Taylor-Johnson. Nacido de la mano de Stan Lee y Steve Ditko en The Amazing Spider-Man #15 allá por 1964, Kraven ha compartido viñetas con el alter ego superheroico de Peter Parker en incontables ocasiones, unas veces en solitario y otras asociándose con otros villanos, como pudimos ver en su incursión dentro de los Seis Siniestros. Pese a ser protagonista de una de las mejores historias del trepamutos, La última cacería de Kraven (1987), con guion de J.M. Dematties y dibujo de Mike Zeck, su elección para una obra cinematográfica fue tan desconcertante como casi todas las producciones anteriores dentro de este microcosmos audiovisual. Del guion se encargan Matt Holloway, Art Marcum y Richard Wenk, a partir de una historia de este último; de la dirección J.C. Chandor (El año más violento, Triple frontera) y a Taylor Johnson le acompañan en el reparto Russell Crowe, Ariana DeBose, Fred Hechinger, Christopher Abott o Alessandro Nivola entre otros.
Que Kraven the Hunter se iba a estrellar en la taquilla era algo que a nadie se le escapaba, porque, como ya hemos afirmado, había claros referentes previos con el mismo resultado y los trailers no prometían demasiado, pese a que eran agradecidos en violencia explícita, ya que el film de J.C. Chandor ha sido el único dentro de este universo con una calificación R. Salvo contadas excepciones, como la trilogía de Deadpool, las primeras entregas de Kick-Ass o Sin City o la saga Kingsman, pocas son las películas inspiradas en personajes de cómic que funcionan en taquilla con esa restricción de cara a los espectadores. Pero el mayor problema con respecto a Kraven the Hunter es que pocos días antes de su estreno, después de los primeros pases de prensa, Sony Pictures Entertainment confirmaba que con Kraven desaparecía el «Sonyverso», lo que sentenció de muerte al film en lo concerniente a la recaudación, al menos en lo referente al público más ducho en el subgénero superheroico.
Esta manera de operar nos hace pensar que, o bien los productores son unos descerebrados que no saben cuán perjudicial es afirmar que el universo ficcional al que pertenece tu última propuesta no va a ninguna parte y por tanto eso incite a gran parte de los espectadores a no ir a verla a los cines, o que sus esperanzas con respecto al proyecto son tan bajas que quieren quitárselo pronto de encima para hacer borrón y cuenta nueva. Este tipo de decisiones, que también practicaron Warner Bros y DC Studios con el DCEU o Netfflix con sus series prematuramente canceladas (Cowboy Bebop), son síntoma inequívoco de que, hoy más que nunca, Hollywood es una cadena de comida rápida que sobreproduce hasta la extenuación, propia y ajena, y que si ven viable echar abajo una pieza audiovisual por los motivos que crean convenientes, no les importa arrasar con el trabajo y la dedicación que sus empleados hayan podido invertir en dichos largometrajes.
Ya centrándonos en la película en sí, me enfrenté a ella como suelo hacerlo siempre que han hecho leña del árbol caído con algún estreno, apelando a la mente abierta y sin hacer caso, del todo, a los ríos de tinta digital vertidos en internet que llegaron a afirmar, entre otras exageraciones, que «Si pensabas que Morbius y Madame Web eran malas, el universo extendido de Spider-Man toca un nuevo fondo con esta diabólica película» o «Kraven the Hunter acaba de asesinar al género de superhéroes«. Como suele pasar en estos casos la cinta está lejos de ser el engendro o la debacle que muchos han afirmado, de hecho tiene materia prima para haber sido una película más que decente, pero, por desgracia, no es el caso. Kraven the Hunter es, dentro de su discurrir previsible y procedimental, una pieza irregular en demasiados aspectos, pero ese no es su mayor pecado, y en ello vamos a intentar ahondar a continuación.
La primera hora de Kraven the hunter es muy digna, presume de algunas resueltas secuencias de acción y tiene un ritmo adecuado. Esta mitad del metraje aborda el origen del personaje, añadiendo notables cambios con respecto a las viñetas, y la inevitable intención de convertir a todo un villano en un antihéroe que solo caza a delincuentes. El cuestionable CGI de los animales salvajes y que el acercamiento al personaje sea tan impersonal y estéril que, si la película no tuviera ese título, nadie lo vincularía con su contrapartida de Marvel Comics, juegan en su contra, pero pese a ello, y siempre que la abordemos como una película de acción, esta aventura de Sergei Kravinoff se deja ver con gusto hasta que llegamos al ecuador de sus, a todas luces, excesivos 132 minutos de metraje. A partir de ahí comienza otra película y entonces es cuando la propuesta de Sony Pictures Entertainment se hunde irremisiblemente y el espectador con ella.
Cuando Kraven the Hunter se adentra en su segunda mitad y el personaje principal comienza a ejercer como su versión en viñetas, el ritmo se vuelve moroso y descompensado, convirtiendo la cinta en una historia notablemente aburrida en la que no sucede casi nada de interés. Las secuencias de acción no solo pierden empaque y el acabado digital es cada vez más deficiente, es que, para colmo, cada vez se distancian más las unas de las otras en el tiempo, primando en la trama una interminable serie de conversaciones inanes entre los personajes secundarios que estancan el desarrollo argumental. Podemos perdonar todos los pecados, menos el de que ofrecer una película de acción inspirada en un universo superheroico que incite a la somnolencia después de habernos ofrecido una primera hora bastante digna, que entronca con la segunda, desembocando en un anticlimax que sus responsables parecieran querer quitarse de en medio lo antes posible.
Aaron Taylor-Johnson no sé parece en nada al Kraven de los cómics, que hubieran clavado unos jovenes Tom Selleck o Burt Reynolds allá por los años 70, pero es de recibo alabar su esfuerzo por meterse en un rol muy físico que, en sus propias palabras, le ha exigido un entrenamiento brutal y es algo que se nota en todas las secuencias de acción que protagoniza. Russell Crowe ofrece profesionalidad con un rol que es puro maniqueismo, el de Nikolai Kravinoff, algo parecido a lo que sucede con Fred Hechinger como Dimitri, aunque con resultados menos estimables. Lo de Alessando Nivola, magnífico e infravalorado actor, dando vida a Aleksei Sytsevich es bastante triste, porque la decisión de hacerle llevar una mochila durante toda la película es una estupidez supina y que lo veamos una sola vez convertido Rhino pareciera obedecer a problemas presupuestarios. La Calypso de Ariana DeBose y el Foreigner de Christoper Abbott podrían ser amputados del metraje y la trama no resentiría un ápice, con eso decimos todo respecto a los pobres secundarios que ellos intentan salvar como buenamente pueden.
Con Kraven the Hunter se acaba el Sony’s Spider-Man Universe y con él mi andadura reseñando casi todas sus películas, a excepción de Venom: Habrá matanza y Morbius que fueron comentadas por mi compañero Jordi T. Pardo. Podría decir que por fin se acaba mi calvario, pero estaría faltando a la verdad. Porque he disfrutado, en mayor o menor medida, de este «quiero y no puedo» en el que el nivel de mediocridad de todas sus propuestas no ha sido obstáculo para echar un buen rato con ellas. El Venom de Tom Hardy, Morbius, Madame Web y Kraven dudo que lleguen a formar parte del UCM, más allá de problemas de derechos entre Sony Pictures Entertainment y Disney, porque han nacido en un contexto cinematográfico innecesario y mal ejecutado que obvió el interés que pudieran tener sus versiones en papel. Pero no negaría un servidor que, si dentro de unos años, y apelando a una jugada nostálgica a lo Deadpool & Lobezno, los viera aparecer en algún tipo de cameo fueran recibidos por mi persona con una sonrisa cómplice.
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