Políticas migratorias para niños
Mientras recorríamos la isla de El Hierro pudimos contemplar de cerca un cayuco viejo. Su medida puede estar entre doce y veinte metros. En algunos casos viajan...
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Mientras recorríamos la isla de El Hierro pudimos contemplar de cerca un cayuco viejo. Su medida puede estar entre doce y veinte metros. En algunos casos viajan en él más de doscientas personas en una situación de hacinamiento y de extremo riesgo. La duración del viaje dura entre uno o dos días si se hace desde la costa de Marruecos o entre cuatro y diez días si se realiza desde Mauritania o Senegal. En esta segunda ruta, uno de los principales puntos de llegada es el muelle de la Restinga, en el sur de la isla. En lo que vamos de año han llegado 41 cayucos con un total de 2.801 personas. La población base de la isla es aproximadamente de 11.000. Los recursos de la isla están dimensionados, obviamente, para este número de personas.
La organización Caminando Fronteras estima que un total de 10.457 personas han fallecido intentando llegar a las costas españolas en el 2024, lo que representa un incremento del 58% respecto al 2023. De estas muertes, 9.757 ocurrieron en la ruta atlántica hacia las Islas Canarias. Pensémoslo por un momento antes de seguir leyendo: un cementerio oceánico con más de 9.000 personas. Posiblemente hay muchas más. El proceso migratorio, obviamente, dura mucho más que el viaje en cayuco. Sani Ladan, de origen camerunés, ha retratado de una forma fidedigna su proceso personal desde Duala a España y nos ha ayudado a entender la complejidad de este proceso y sus causas.
La mayoría de los niños y niñas llegan solos. En la Restinga, el personal sanitario de Cruz Roja nos informó que muchas veces son los niños más pequeños los que llegan en mejores condiciones porque son los que suelen ser más protegidos en la embarcación durante la travesía. Algunos de ellos han visto fallecer a sus familiares a lo largo del trayecto. Algunos han visto como han sido arrojados al agua. En el centro de acogida de menores que visitamos nos decían que muchos de estos niños las primeras semanas pasean como ausentes y tienen pesadillas. Cuando se les pregunta, mueven y balancean la mano imitando el vaivén del cayuco.
La mayoría de los niños y niñas llegan solos. Por eso se les llama no acompañados. Se ha utilizado un acrónimo que es "menas". Este término es utilizado de forma despectiva por la ultraderecha. Es una forma de hacer que se piense en ellos como objetos, como un concepto que genere miedo y recelo y no como lo que son: niños y niñas cruzando el océano. Utilizar términos despectivos y que deshumanizan no es nuevo en la historia del odio. Los nazis llamaban "untermensch" (subhumanos) a los judíos, y en Israel los genocidas utilizan el despectivo "aravash" o "jukim" (cucarachas) para referirse a los palestinos.
El Hierro es el último punto de anclaje para las embarcaciones que realizan la odisea de cruzar camino de Europa. Aquellas que no alcanzan la costa se perderán en el gran océano. Estos días se informaban de cayucos africanos encontrados en las costas de América del Sur. El nombre de la embarcación que encontramos desechada en El Hierro llevaba el logo del Paris Saint Germain. No olvidemos que este equipo de fútbol o el Real Madrid tienen un importante porcentaje de población negra y racializada (entre un 80 y 85% en sus alineaciones principales). Europa sigue teniendo su Ítaca para muchas personas. Los mares, con el paso de la historia han cambiado algo, pero los sueños de la humanidad no tanto.
Los motivos de lanzarse al océano a jugarse la vida son varios: escapar de violencias, de miserias o simplemente aspirar una vida mejor. Simplemente imaginar un país que es como un escudo de un equipo de fútbol donde juegan negros a los que la vida les ha tratado bien. El problema no es tu raza, el problema es ser pobre. Los sueños no han cambiado tanto. De diferentes razas, con otras lenguas y en sandalias son los herederos de nuestros abuelos y padres migrantes a América Latina o a Europa ("con una mano delante y con otra mano detrás se marchó el abuelo").
Durante los días 30 y 31 de enero, una delegación parlamentaria de diputados de la Comisión de Infancia y Juventud visitamos diferentes centros en la isla, como el de emergencia de la Restinga y dispositivos de atención a menores. La situación en Canarias es crítica. No es nueva y no es que Europa no la viera venir. Y no se solucionará a corto ni a medio plazo a no ser que pongamos las políticas migratorias en el centro de nuestras políticas. La ultraderecha y los fascismos ya han puesto a la inmigración en el centro de sus políticas, pero en el sentido opuesto a los derechos humanos y han conseguido soliviantar y manipular a pueblos y ciudadanos que son solidarios y generosos, inyectando semillas de racismo y odio. El resto de políticas que no son fascistas tenemos que movilizarnos. Y no sólo con palabras y discursos buenistas y eludiendo la responsabilidad y el problema. Es necesario mirar de frente. Amnistía Internacional ha publicado hace muy pocos días un informe detallado sobre la situación de la infancia migrante donde apunta de forma clara algunas propuestas. Recomendamos su lectura.
Desde el grupo parlamentario Sumar defendemos que las políticas migratorias tienen que ser un paquete sólido que contemple varias acciones de forma coherente y no fragmentada. Y esto requiere una acción coordinada y conjunta de nuestro Congreso, de nuestros Gobiernos y de nuestra sociedad civil: abordar las causas que llevan a migraciones masivas en países de origen, establecer protección y seguridad en las rutas migratorias, implantar criterios de acogida de emergencia y de distribución proporcional entre las comunidades de nuestro Estado y entre los países de Europa, establecer modelos socioeducativos para acompañar la educación, los cuidados, su integración en nuestras comunidades y diseñar itinerarios formativos y laborales que favorezcan su inserción cuando cumplen la mayoría de edad y dejan de estar tutelados, trabajar la mediación y posibilitar conversaciones con las comunidades de acogida trabajando contra el estigma y la discriminación. Es necesario escuchar a las personas afectadas: las que viajan y las que acogen. Son necesarias políticas valientes que hagan que la inmigración no sea un problema, sino que sea un factor que contribuya a impulsar la prosperidad de las personas de España y en Europa y a impulsar una sociedad de futuro con derechos, con deberes y con menos desigualdades.
Necesitamos una acción coordinada que debe partir de la voluntad de todos los partidos y fuerzas civiles que no comulgan con postulados racistas; una movilización social y política que nos permita avanzar hacia un nuevo modelo de acogida, bien dotado presupuestariamente, con mejores recursos y más personal. Un modelo, en definitiva, que parta de una idea tan sencilla y, al mismo tiempo tan compleja, como la que nos trasladó nuestro querido compañero Antonio Villafaina, compañero farmacéutico comunitario en Tenerife: la mejor forma de comenzar a dejar de hablar de menores no acompañados es que los niños y niñas protagonistas del proceso migratorio, y las comunidades y personas que les cuidan y acogen, reciban todo el apoyo que merecen y que necesitan.