Los 6 efectos que no conocías sobre lo que causa en tu cuerpo tomar alcohol
Los síntomas digestivos que anticipan que debés tomar menos
Cuando publicamos un artículo el año pasado sobre las diversas formas en que el alcohol podría cambiar el microbioma intestinal, la respuesta de los lectores fue abrumadora.
Una persona dijo que después de dejar el alcohol, los problemas digestivos prácticamente desaparecieron. Otros dijeron que reducir el consumo de alcohol los ayudó con la hinchazón, el reflujo ácido, el síndrome del intestino irritable y más.
“No es sorprendente”, declara la Dra. Morgan Sendzischew Shane, gastroenteróloga del Sistema de Salud de la Universidad de Miami. “Algunas personas pueden notar molestias intestinales después de una sola bebida −explica−, mientras que otras pueden no ser conscientes de la conexión en absoluto. Pero el alcohol puede tener muchas consecuencias negativas en el sistema digestivo, desde síntomas a corto plazo hasta riesgos para la salud a largo plazo".
Aquí hay seis efectos que el alcohol puede tener en los intestinos.
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1. Reflujo ácido
“Beber alcohol hace que los músculos del cuerpo se relajen, incluida la válvula muscular que separa el estómago del esófago. Esto puede hacer que la válvula se abra más de lo que debería, lo que permite que el ácido del estómago escape al esófago”, indica Shane. Esto puede causar acidez, dolor y otros síntomas de reflujo.
Las bebidas alcohólicas ácidas (como el vino y la sidra) y las carbonatadas (como la cerveza y algunos cócteles) pueden empeorar los síntomas del reflujo, añade la Dra. Cynthia Hsu, gastroenteróloga y profesora adjunta de medicina en la Universidad de California en San Diego.
2. Inflamación y sangrado
“Incluso una noche de consumo excesivo de alcohol puede provocar que el revestimiento del estómago se inflame, lo que provoca síntomas como náuseas, dolor de estómago o malestar durante uno o dos días“, señala Shane. Esa inflamación es temporal y puede curarse rápidamente, como cuando una quemadura en el paladar por comer alimentos calientes se cura en unos pocos días, dice.
El alcohol también puede aumentar el riesgo de sangrado en el tracto digestivo. En un estudio de 2016 de casi 50.000 hombres en los Estados Unidos a los que se les hizo un seguimiento durante 26 años, aquellos que consumían una o dos bebidas al día tenían un 67 por ciento más de probabilidades que los hombres que no bebían en absoluto de desarrollar sangrado gastrointestinal grave, principalmente a causa de úlceras en el estómago y la primera parte del intestino delgado. El riesgo era mayor para los hombres que consumían alcohol regularmente, especialmente licor, fuera de las comidas.
3. Gases y distensión abdominal
Hsu explica que cuando se consume alcohol, el estómago absorbe una pequeña cantidad y los intestinos absorben o descomponen el resto. Pero si se toma demasiado de una sola vez (más rápido de lo que el cuerpo puede absorber el alcohol), se terminará mezclando más alcohol de lo normal con los microbios de los intestinos.
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“Esos microbios pueden descomponer el alcohol, un proceso que puede producir gases y provocar hinchazón, dolor y presión en algunas personas”, dice Shane.
“El consumo regular o excesivo de alcohol también puede crear un desequilibrio en los tipos y cantidades de microbios que viven en el intestino, lo que podría contribuir a la hinchazón y el malestar crónicos”, agrega Hsu.
4. Hábitos intestinales anormales
“El alcohol atrae agua hacia el intestino, lo que puede provocar heces blandas”, destaca Shane.
“También puede afectar los nervios de la pared intestinal que controlan los movimientos intestinales, generalmente acelerándolos y contribuyendo a la diarrea", agrega la Dra. Gyongyi Szabo, profesora de medicina en la Facultad de Medicina de Harvard. Por razones poco comprendidas, dice, el alcohol puede tener el efecto opuesto en algunas personas: puede ralentizar los movimientos intestinales y empeorar el estreñimiento.
El Dr. Ali Keshavarzian, gastroenterólogo y profesor de medicina interna en la Universidad Rush de Chicago, manifiesta que el consumo excesivo de alcohol también puede causar o exacerbar la intolerancia a la lactosa, porque el alcohol puede dañar las células que producen la enzima que descompone los azúcares naturales de la leche. “Eso puede hacer que sea más probable que se tenga diarrea u otras molestias digestivas después de consumir productos lácteos”, declara.
5. “Fugas” intestinales
Las investigaciones sugieren que incluso un solo episodio de consumo excesivo de alcohol (que normalmente se define como cuatro o más bebidas alcohólicas en un lapso de dos horas para las mujeres, o cinco o más bebidas alcohólicas en ese lapso para los hombres) puede hacer que el revestimiento intestinal sea más permeable, expresa Szabo. “Eso puede permitir que las toxinas del intestino se filtren al torrente sanguíneo, causando inflamación en todo el cuerpo”, detalla.
En un estudio del laboratorio de la Dra. Szabo, 25 adultos bebieron suficiente vodka (mezclada con jugo de naranja y frutilla) para llevar sus concentraciones de alcohol en sangre a aproximadamente 0,08, el límite para conducir ebrio en los Estados Unidos. Treinta minutos después de consumir el alcohol, los investigadores descubrieron que los participantes tenían mayores niveles de toxinas del intestino y de marcadores inflamatorios en la sangre, mientras que los sujetos de control que bebieron jugo de naranja no los tenían.
“La inflamación y la permeabilidad intestinal no causan síntomas inmediatos”, declara Keshavarzian. Pero tener un revestimiento intestinal más permeable puede aumentar el riesgo de desarrollar una enfermedad hepática, porque permite que las toxinas del intestino viajen al hígado y provoquen inflamación allí.
6. Riesgo de cáncer
En enero, el Dr. Vivek Murthy, ex cirujano general de los Estados Unidos, advirtió que tomar alcohol podría aumentar el riesgo de al menos siete tipos de cáncer, incluidos los de boca, garganta, esófago, hígado, colon y recto.
“Incluso niveles bajos de consumo de alcohol, como una bebida al día, pueden contribuir al riesgo de cáncer de diversas maneras”, dijo Keshavarzian. Puede promover procesos nocivos en el cuerpo que conducen a la inflamación, añadió, y puede dañar el ADN, las células y las proteínas.
Por Alice Callahan.