LA CUCHARA DE PLATA. MEMORIAS DE UNA INFANCIA EN EL JAPÓN MEIJI – Kansuke Naka

Al comenzar a leer La cuchara de plata pronto se adivinan una serie de características que definen a la persona de Naka Kansuke. Ya en los primeros años de su vida, aquejado de una enfermedad que lo debilita físicamente, desarrolla una sensibilidad especial que -quizá sí o quizá no- se vería acrecentada por dicha debilidad. […]

Jan 19, 2025 - 18:01
LA CUCHARA DE PLATA. MEMORIAS DE UNA INFANCIA EN EL JAPÓN MEIJI – Kansuke Naka

Al comenzar a leer La cuchara de plata pronto se adivinan una serie de características que definen a la persona de Naka Kansuke. Ya en los primeros años de su vida, aquejado de una enfermedad que lo debilita físicamente, desarrolla una sensibilidad especial que -quizá sí o quizá no- se vería acrecentada por dicha debilidad. Naka Kansuke, uno de los escritores japoneses más relevantes del siglo XX, fue un niño solitario, apático, depresivo, mimado, altamente introvertido. Guardara o no relación con su enfermedad -enfermedad que logró superar en la adolescencia, cuando empezó a ser tratado con técnicas occidentales-, su carácter reflexivo o intimista facilitó que absorbiera detalles de la vida cotidiana de la época que otro niño, tal vez otro adulto incluso, hubiera pasado por alto. Y es fruto de aquella mirada tan particular, y de la reflexión posterior, como surge el germen de este libro autobiográfico que supuso, en el momento de su publicación, una auténtica revolución literaria en su país.

Dejaré para un poco más adelante una apreciación personal que no quiero dejar de comentar, y empezará por lo obvio: La cuchara de plata es una tierna recuperación de la vida de un niño distinto en una sociedad en la que lo distinto nunca se ha contemplado con buenos ojos. La entrañable relación del pequeño Kansuke con su tía, viuda de un samurái reconvertido a comerciante y venido a menos, soporta el eje central del libro. El niño Kansuke sufre en su barrio natal; el niño Kansuke visita los templos budistas con su tía, compra chucherías y evita las miradas de los vecinos; el niño se muda a un barrio más amable; descubre la amistad, el colegio, la enemistad, el amor platónico; el niño va dejando atrás la enfermedad y se esfuerza por no volver a ser «el tonto de la clase». Conocerá el amor, reñirá con sus enemigos, se convertirá en hombre; y, todo ello, con el trasfondo de una sociedad, el Japón Meiji, que se abre a una nueva era después de abandonar, de manera más o menos trágica, un buen puñado de siglos de férreas tradiciones que corren el peligro de desmoronarse.

Las páginas de La cuchara de plata muestran una sociedad que avanza dando tumbos hacia el futuro; una sociedad intransigente con el débil, con el diferente (¿alguna no lo es? Pero Japón, tal vez, especialmente ), con el que es único. El retrato social que nos ofrece tiene tintes nostálgicos, como es de esperar en las memorias de un niño hipersensible; en ocasiones es implacable, doloroso incluso. Pero mantiene hasta el final la impresión de ser una mirada límpida y honesta, hacia dentro igual que hacia fuera. Delicada, hermosa, melancólica; como la personalidad del propio Kansuke. Conmovedora. ¿Cómo no van a conmover los recuerdos de un niño que llora cuando ve morir a los gusanos de seda o que se emociona con el sonido triste de las olas del mar? Y, frente a él, una sociedad que le recuerda constantemente que «un hombre solo llora una vez cada tres años».

Permítaseme una pequeñísima reflexión personal. Y es que no puede dejar de sorprenderme que la historia de un «bicho raro» causara tal furor en su país de origen; un país, como hemos dicho, tan receloso ante la más mínima amenaza al grupo (y ¿qué es la individualidad, sino la grieta que resquebraja al colectivo?) ¿No es llamativo? ¿Vieron los lectores, en su día, un trasunto de su país; un país que se asomaba, inexorablemente, al abismo de la modernidad?

Puede, en fin, que no sea más que una de las desconcertantes contradicciones típicas de la cultura nipona, pero merece la pena darle un par de vueltas. Como merece la pena, sin duda, acercarse a la lectura de La cuchara de plata, aunque no sea más que aprender algunas curiosidades de la vida cotidiana de entonces.

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Kansuke Naka, La cuchara de plata. Memorias de una infancia en el Japón Meiji; traducción de Sara Azaña-Sanz López. Madrid, Editorial Quaterni, 2024, 236 páginas.