Fabrizio Mejía Madrid: La neo-Usaid

Dos hechos motivan este texto: la revelación de que la sucesora de la CIA en el mundo, la Usaid financiaba directamente 707 medios, 6 mil 200 periodistas y 279 organizaciones “no gubernamentales” en todo el mundo (nueve de cada 10 medios en Ucrania) y el intercambio entre el presidente de Panamá y el nuevo jefe del Departamento de Estado de Estados Unidos por las tarifas de los barcos que pasen por vía de su canal. El primer suceso es, por supuesto, el de la construcción de escándalos mediáticos en contra de los personajes del mundo que le son opuestos a los intereses corporativos de EU con dos focos que en América Latina y, especialmente, en México fueron muy obvios: la idea de que la corrupción requiere vigilancia de organizaciones “civiles”, con lo que se infiere que los sobornos y los conflictos de interés son sólo de los funcionarios públicos (y no de las empresas, entre ellas, los propios medios que recibían el pago de la Usaid), y el otro, el tema de la violencia del crimen organizado que, en algún momento, se trató de ligar con el Ejército Mexicano, pero que jamás tocó siquiera la venta de armas de Colt Defense, Glock, US Ordenance, Inc., y Trijicon, Inc., a los grupos criminales, mientras se las vendía, también, a los gobiernos prianistas del Plan Mérida. El tema de la corrupción gubernamental tuvo una serie de “reportajes” pagados por la Usaid a “Mexicanos contra la Corrupción y la Impunidad”, que no llegaron más que al desmentido: que si el cacao había sido domesticado por los olmecas sólo para que los hijos del presidente López Obrador pusieran una microtienda de chocolate; que si la nuera del mismo presidente le había rentado una casa a un directivo de una petrolera texana que tenía contratos con Pemex hace unos 20 años antes de que, incluso, naciera la misma nuera; y el de que los médicos cubanos que llegaron a ayudar en el problema de salud pública en zonas marginadas eran realmente esclavos.

Feb 8, 2025 - 12:24
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Fabrizio Mejía Madrid: La neo-Usaid
Dos hechos motivan este texto: la revelación de que la sucesora de la CIA en el mundo, la Usaid financiaba directamente 707 medios, 6 mil 200 periodistas y 279 organizaciones “no gubernamentales” en todo el mundo (nueve de cada 10 medios en Ucrania) y el intercambio entre el presidente de Panamá y el nuevo jefe del Departamento de Estado de Estados Unidos por las tarifas de los barcos que pasen por vía de su canal. El primer suceso es, por supuesto, el de la construcción de escándalos mediáticos en contra de los personajes del mundo que le son opuestos a los intereses corporativos de EU con dos focos que en América Latina y, especialmente, en México fueron muy obvios: la idea de que la corrupción requiere vigilancia de organizaciones “civiles”, con lo que se infiere que los sobornos y los conflictos de interés son sólo de los funcionarios públicos (y no de las empresas, entre ellas, los propios medios que recibían el pago de la Usaid), y el otro, el tema de la violencia del crimen organizado que, en algún momento, se trató de ligar con el Ejército Mexicano, pero que jamás tocó siquiera la venta de armas de Colt Defense, Glock, US Ordenance, Inc., y Trijicon, Inc., a los grupos criminales, mientras se las vendía, también, a los gobiernos prianistas del Plan Mérida. El tema de la corrupción gubernamental tuvo una serie de “reportajes” pagados por la Usaid a “Mexicanos contra la Corrupción y la Impunidad”, que no llegaron más que al desmentido: que si el cacao había sido domesticado por los olmecas sólo para que los hijos del presidente López Obrador pusieran una microtienda de chocolate; que si la nuera del mismo presidente le había rentado una casa a un directivo de una petrolera texana que tenía contratos con Pemex hace unos 20 años antes de que, incluso, naciera la misma nuera; y el de que los médicos cubanos que llegaron a ayudar en el problema de salud pública en zonas marginadas eran realmente esclavos.