Entre la reivindicación y la banalización: tres museos de Goya, si no cuatro, en la plaza del Pilar de Zaragoza
La figura del pintor va a marcar el calendario y los presupuestos culturales en su tierra de origen hasta 2028, cuando se conmemorará el bicentenario de su muerteGoya, de alumno a maestro: una trayectoria artística que atrae miles de visitantes en el palacio de La Aljafería El acontecimiento artístico del momento para el ‘establishment’ aragonés es una exposición sobre Francisco de Goya en la Aljafería, el palacio medieval donde tienen su sede las Cortes de la comunidad. Pueden verse allí desde el mes de diciembre y durante al menos los dos próximos años 62 obras, incluidos 34 óleos, cuatro álbumes de estampas, otros grabados sueltos, dibujos, un par de esculturas, correspondencia… Es la primera en materializarse de una nueva serie de iniciativas para reivindicar al pintor en su tierra de origen, con la mirada puesta en el bicentenario de su muerte, en 2028. Si prosperan, entonces tendrán abiertas sus puertas a la plaza del Pilar, junto a la basílica que custodia el gran tótem zaragozano, al menos tres edificios (pueden llegar a ser cuatro) dedicados a su memoria. Alimentar semejante oferta requerirá, en una tierra con presupuestos culturales cicateros, de “la mayor movilización de recursos económicos realizada hasta ahora en la comunidad al servicio de un proyecto cultural”, según el compromiso anunciado por el Gobierno autonómico; además de bastante imaginación, de buscar complicidades entre las instituciones y con el sector privado y de recurrir a lo virtual porque… ¿hay tanto Goya en Aragón? Las pinturas que alimentan la exhibición en la Aljafería, de título ‘Goya, del museo al palacio’, son de juventud, también hay algunos retratos de fuste y, asimismo, unas cuantas rarezas. Es una apreciable colección, y bien conocida: casi al cien por cien la misma que se presentaba con entrada libre hasta noviembre de 2023 en el Museo de Zaragoza, de titularidad estatal y gestión autonómica, que está cerrado desde entonces por reformas. Para verla en su nueva ubicación hay que pagar siete euros, nueve si se va con guía. Pese a que haya que pasar por caja, va a ser, ya lo está siendo, un éxito de público. Entre otras cosas, por la campaña de promoción que han financiado las Cortes, por su extensión en el tiempo y porque la exposición incluye la visita a la Aljafería: si se levanta la mirada, uno se encuentra recorriendo algunos de los espacios más nobles de un magnífico edificio que es la gran joya septentrional del arte islámico en Europa. La anfitriona, la presidenta del Parlamento autonómico, Marta Fernández (Vox), persigue con esta muestra ganar un perfil más institucional. Aunque no se evitó en su inauguración el explicitar que se ha instalado en la “zona cristiana” de la Aljafería (el edificio fue residencia de los monarcas aragoneses terminada la taifa de Saraqusta), obviando lo que distingue verdaderamente el monumento: su origen musulmán. Fernández, que también aludió en aquel acto a la unidad de España y a la defensa del toreo, ha destacado que la propuesta original del traslado de los Goya al palacio medieval partió de Arancha Echeverría-Torres, vocal de la ejecutiva de Vox en la provincia de Zaragoza y su “asesora cultural”. Se trata de una idea que ha encajado con los planes de Jorge Azcón, antes como alcalde de Zaragoza y ahora como presidente autonómico por el PP, de aprovechar en casa el ‘gancho’ de uno de los principales pintores de la historia cuando se va acercando el bicentenario de su fallecimiento en Burdeos, con sus previsibles conmemoraciones nacionales y también en otros países. De lo académico a lo virtual Francisco de Goya hizo carrera en Madrid y hoy está en primerísimo lugar en el Prado. Pero el de atar su nombre y su memoria definitivamente a su cuna, a Zaragoza, es un anhelo viejo y compartido en esta ciudad, aunque los medios para materializarlo sean discutidos. En los últimos tres decenios se ha avanzado notablemente en el conocimiento y valoración de su etapa de juventud, con la restauración de las pinturas que dejó en templos de varios municipios (incluidas las de la basílica del Pilar o la cartuja de Aula Dei en la capital aragonesa), con algunas adquisiciones de obras, organizando exposiciones y encuentros científicos de altura, trabajando desde la Fundación Goya en Aragón en un catálogo razonado de toda su producción que se ha convertido en una referencia, con otras publicaciones, también promoviendo rutas turísticas… A punto estuvo de materializarse un centro cultural, en la abandonada Escuela de Artes, junto al Museo de Zaragoza y conectado a este, donde reunir obras conservadas en su tierra de origen, tanto en manos públicas como privadas, y presentarlas con un discurso compartido que las contextualizara en un mapa temporal, geográfico y emocional. Pero la crisis de 2008 terminó abortando el proyecto cuando estaba muy avanzado y contaba ya con una propuesta de solución arquitectónica de los
La figura del pintor va a marcar el calendario y los presupuestos culturales en su tierra de origen hasta 2028, cuando se conmemorará el bicentenario de su muerte
Goya, de alumno a maestro: una trayectoria artística que atrae miles de visitantes en el palacio de La Aljafería
El acontecimiento artístico del momento para el ‘establishment’ aragonés es una exposición sobre Francisco de Goya en la Aljafería, el palacio medieval donde tienen su sede las Cortes de la comunidad. Pueden verse allí desde el mes de diciembre y durante al menos los dos próximos años 62 obras, incluidos 34 óleos, cuatro álbumes de estampas, otros grabados sueltos, dibujos, un par de esculturas, correspondencia… Es la primera en materializarse de una nueva serie de iniciativas para reivindicar al pintor en su tierra de origen, con la mirada puesta en el bicentenario de su muerte, en 2028. Si prosperan, entonces tendrán abiertas sus puertas a la plaza del Pilar, junto a la basílica que custodia el gran tótem zaragozano, al menos tres edificios (pueden llegar a ser cuatro) dedicados a su memoria. Alimentar semejante oferta requerirá, en una tierra con presupuestos culturales cicateros, de “la mayor movilización de recursos económicos realizada hasta ahora en la comunidad al servicio de un proyecto cultural”, según el compromiso anunciado por el Gobierno autonómico; además de bastante imaginación, de buscar complicidades entre las instituciones y con el sector privado y de recurrir a lo virtual porque… ¿hay tanto Goya en Aragón?
Las pinturas que alimentan la exhibición en la Aljafería, de título ‘Goya, del museo al palacio’, son de juventud, también hay algunos retratos de fuste y, asimismo, unas cuantas rarezas. Es una apreciable colección, y bien conocida: casi al cien por cien la misma que se presentaba con entrada libre hasta noviembre de 2023 en el Museo de Zaragoza, de titularidad estatal y gestión autonómica, que está cerrado desde entonces por reformas. Para verla en su nueva ubicación hay que pagar siete euros, nueve si se va con guía.
Pese a que haya que pasar por caja, va a ser, ya lo está siendo, un éxito de público. Entre otras cosas, por la campaña de promoción que han financiado las Cortes, por su extensión en el tiempo y porque la exposición incluye la visita a la Aljafería: si se levanta la mirada, uno se encuentra recorriendo algunos de los espacios más nobles de un magnífico edificio que es la gran joya septentrional del arte islámico en Europa.
La anfitriona, la presidenta del Parlamento autonómico, Marta Fernández (Vox), persigue con esta muestra ganar un perfil más institucional. Aunque no se evitó en su inauguración el explicitar que se ha instalado en la “zona cristiana” de la Aljafería (el edificio fue residencia de los monarcas aragoneses terminada la taifa de Saraqusta), obviando lo que distingue verdaderamente el monumento: su origen musulmán.
Fernández, que también aludió en aquel acto a la unidad de España y a la defensa del toreo, ha destacado que la propuesta original del traslado de los Goya al palacio medieval partió de Arancha Echeverría-Torres, vocal de la ejecutiva de Vox en la provincia de Zaragoza y su “asesora cultural”. Se trata de una idea que ha encajado con los planes de Jorge Azcón, antes como alcalde de Zaragoza y ahora como presidente autonómico por el PP, de aprovechar en casa el ‘gancho’ de uno de los principales pintores de la historia cuando se va acercando el bicentenario de su fallecimiento en Burdeos, con sus previsibles conmemoraciones nacionales y también en otros países.
De lo académico a lo virtual
Francisco de Goya hizo carrera en Madrid y hoy está en primerísimo lugar en el Prado. Pero el de atar su nombre y su memoria definitivamente a su cuna, a Zaragoza, es un anhelo viejo y compartido en esta ciudad, aunque los medios para materializarlo sean discutidos. En los últimos tres decenios se ha avanzado notablemente en el conocimiento y valoración de su etapa de juventud, con la restauración de las pinturas que dejó en templos de varios municipios (incluidas las de la basílica del Pilar o la cartuja de Aula Dei en la capital aragonesa), con algunas adquisiciones de obras, organizando exposiciones y encuentros científicos de altura, trabajando desde la Fundación Goya en Aragón en un catálogo razonado de toda su producción que se ha convertido en una referencia, con otras publicaciones, también promoviendo rutas turísticas…
A punto estuvo de materializarse un centro cultural, en la abandonada Escuela de Artes, junto al Museo de Zaragoza y conectado a este, donde reunir obras conservadas en su tierra de origen, tanto en manos públicas como privadas, y presentarlas con un discurso compartido que las contextualizara en un mapa temporal, geográfico y emocional. Pero la crisis de 2008 terminó abortando el proyecto cuando estaba muy avanzado y contaba ya con una propuesta de solución arquitectónica de los Pritzker suizos Jacques Herzog y Pierre de Meuron, que habían ganado el correspondiente concurso de ideas. Quedó el camino expedito para que Ibercaja se hiciera con la denominación de Museo Goya y rebautizara así en 2015 el centro artístico que antes llevaba el nombre del profesor y coleccionista José Camón Aznar, en la calle zaragozana de Espoz y Mina, donde ahora conserva de forma permanente su propia colección, que destaca por contar con todas sus principales series de grabados, y que acaba de cerrar por reformas.
Lo que ha venido después ha diluido unas formas de hacer marcadas por el afán de divulgación y por el criterio académico y, últimamente, abierto paso a otras más marquetinianas para potenciar la marca ‘Goya Zaragoza’, muy del gusto de la sucesora de Azcón al frente del Ayuntamiento, Natalia Chueca. Entre estas, unas ‘fiestas goyescas’ de primavera que se celebran desde 2022 con pasacalles, teatralizaciones de cuadros y reproducciones de estos a gran escala en los que fotografiarse o los consabidos espectáculos de ‘videomapping’, o la colocación en las calles de bustos de Goya, también de gran tamaño, intervenidos por jóvenes artistas.
Restos sepultados
Francisco de Goya fue un zaragozano que vio la luz en Fuendetodos porque la residencia que poseía su familia en su ciudad estaba siendo reformada y encontró acomodo un tiempo en el pueblo, en una vivienda de un tío suyo. Pero pronto estaban de vuelta en la casa de la capital aragonesa, donde nacieron sus cinco hermanos y él pasó la mayor parte de su infancia. La perdieron años después al no poder hacer frente a los préstamos solicitados para aquella rehabilitación. El arqueólogo e historiador José Luis Ona, empeñado en “marcar biográficamente la obra de Goya”, identificó en un libro este y otros nueve inmuebles, ya de alquiler, en los que habitó en su juventud en Zaragoza. Queda en pie uno de ellos, en el número 4 de la plaza de San Miguel, pobremente señalizado. En los demás emplazamientos, ni eso.
La muy tocada Zaragoza que sobrevivió a los Sitios de los franceses en época goyesca ha seguido mostrándose implacable con su patrimonio histórico-artístico, sobre todo por la especulación urbanística, aunque también por dejadez. Aquella primera vivienda familiar lució una placa que así la identificaba entre 1928, cuando se colocó en el centenario de la muerte de Goya, y 1946, cuando fue derribada ¡precisamente en el año del 200 aniversario de su nacimiento! Y se acaba de perder una ocasión de oro de estudiar sin apenas coste económico, como demandaron varios de los goyistas locales, lo que queda de sus bodegas (se da por hecho que bastante) y cimentación. La actual plaza de Salamero, lugar donde se ubicaba, ha sido objeto de una remodelación integral durante tres años tras el hundimiento de un aparcamiento subterráneo en 2020. En estos trabajos aparecieron restos allá donde se esperaba, los cuales, tras varias versiones municipales al respecto, acabaron siendo sepultados de nuevo, sin mucha más explicación.
Paralelamente, el mismo Ayuntamiento estaba ya trabajando en un proyecto para presentar a Goya sin obras de Goya en la plaza del Pilar, en la Lonja. Quería dejar de programar allí exposiciones temporales y ponerla al servicio de una de esas ‘experiencias inmersivas’ con proyecciones sobre populares artistas tan en boga y que acostumbran a girar por varias ciudades haciendo taquilla, pero que en el edificio renacentista, protegido como Bien de Interés Cultural, tendría un carácter permanente. Se barajaba instalar ascensores en la fachada que da al paseo de Echegaray y Caballero para dar acceso a una planta superior, la cual se habilitaría ganando así espacio. La Comisión Provincial de Patrimonio frenó a finales de 2022 este proyecto por sus afecciones, pero en el consistorio no desecharon la idea de hacer de la Lonja, que está protegida como Bien de Interés Cultural, un centro goyesco (o de que, al menos, sea reacondicionada para una gran exposición sobre el artista durante el bicentenario).
Natalia Chueca acaba de asegurar que no habrá una intervención agresiva en el monumento, tras una campaña de recogida de firmas en contra, aunque el Ayuntamiento no renuncia a ‘tocar’ la Lonja con la perspectiva del bicentenario. Y ahora, con el Partido Popular en el poder autonómico y municipal, va de la mano en sus proyectos con el Gobierno aragonés, que, de momento, ha buscado una alternativa para aquella instalación virtual con la voluntad de que pueda estar en funcionamiento este año: la iglesia de San Juan de los Panetes, en otro extremo de la misma plaza del Pilar.
Igualmente en esta plaza, en lo que fueron unos juzgados, el Ejecutivo autonómico pretende abrir para 2028 un centro goyesco más. Con una inversión millonaria mediante, estará sustentado en la colección que ahora se expone en la Aljafería y que ya no volvería al Museo de Zaragoza.
Y, por último, también asomará a la plaza del Pilar, abriendo una nueva fachada en la vecina calle de Santiago, el Museo Goya de Ibercaja. Ya se trabaja en una intervención encargada al arquitecto Sergio Sebastián que ampliará notablemente su espacio expositivo e incorporará su propia ‘experiencia inmersiva’.
Así, a unos metros de distancia, en el mayor foco de atención turístico zaragozano, abrirán para 2028 hasta tres edificios consagrados al artista (cuatro si la Lonja también acaba con este destino), cuya obra puede verse asimismo en la propia basílica del Pilar, decorando una cúpula y la bóveda del coreto, y en el inmediato Alma Mater Museum, el antiguo diocesano, que conserva su retrato del arzobispo Joaquín Company.
Malestar callado y protestas abiertas
Paralelamente, entre los propósitos que ahora comparten Gobierno de Aragón y Ayuntamiento, se ha llegado a plantear además una posible operación urbanística en este entorno goyesco, con una peatonalización hacia el Ebro. Y hay otras iniciativas como la de rebautizar la estación intermodal de Delicias como Goya.
Los planes para el próximo bicentenario goyesco de fecha redonda no han contado de momento con el asesoramiento de la comunidad científica habitual en otros tiempos. Consultados tres de los principales expertos aragoneses, dos de ellos cuestionan sin ambages su rigor y oportunidad y el otro dice mantenerse a la expectativa de cómo se concretan. Coinciden en que es mayoritario el sentimiento de estar siendo ninguneados y en señalar el ‘roto’ que supondrá para el Museo de Zaragoza que cuando reabra lo haga sin sus obras de Goya. Pero estos reproches se expresan en privado.
En otros sectores del mundillo local que está atento a las cuestiones artísticas sí son abiertas las críticas. Se han visualizado en la campaña de firmas (se han recogido cerca de 10.000) para detener la intervención en la Lonja, promovida por la empresa de divulgación del patrimonio Gozarte. Y son compartidas por el Bloque Cultural ZGZ, activa plataforma ciudadana que agrupa a unos 300 creadores y gestores. Rocío Gallardo actúa como portavoz: “Pedimos un modelo cultural que no sea únicamente basado en el consumo, siempre de pago y ocupando para ello espacios públicos. El tema de Goya está saliendo en las asambleas y vamos a abordarlo. La goyesca es una puesta en escena de esta política actual de selfis, de despilfarro, que agrede totalmente los derechos culturales. Entra dentro de un modelo de ciudad que rechazamos y la idea es seguir haciendo acciones”, proclama.