¿Cuánto dura una botella de agua abierta?
Aunque una botella de agua cerrada se puede beber sin peligro incluso después de años, una vez abierta se acorta de forma drástica su vida útilQué nos dice el color de la miel sobre su origen y propiedades A todos nos ha pasado alguna vez: compramos una botella de agua, la abrimos y la dejamos todo el fin de semana en la encimera o en la mesita de noche, o incluso dentro de la mochila durante varios días. Aunque la fecha de caducidad o de consumo preferente nos ayuda a determinar si podemos beber de esa botella o no, ¿qué ocurre cuando ya la hemos abierto? ¿Dura lo mismo que si no la abrimos? ¿Cuánto tiempo podemos conservarla abierta? Sea cual sea el caso, el agua del día anterior no encabeza la lista de preocupaciones de salud pública, ya que es muy poco probable que provoque ninguna enfermedad, aunque es posible que no tenga muy buen sabor, sobre todo si no la hemos tapado. Pero cuanto más tiempo pase dentro, más probabilidad de que aparezcan problemas. ¿El agua embotellada se echa a perder después de abrir? Aunque una botella de agua cerrada se puede beber sin peligro incluso después de años, una vez abierta se acorta de forma drástica su vida útil, ya que queda expuesta al aire y a posibles contaminantes que proceden de nuestras propias manos e incluso de la boca. Cuando el agua queda en la botella varios días es posible que se forme un caldo de cultivo donde habitan esporas de moho de las manos que acaban en el líquido. Si, además, la dejamos a temperatura ambiente, las bacterias pueden empezar a crecer dentro de la botella al cabo de unos días, sobre todo si bebemos directamente de la botella. En este caso, debemos tener presente que con cada sorbo que damos, se pueden introducir nuevas bacterias, la mayoría procedentes de nuestra boca, que tiene su propio microbioma. Pero es poco probable que nuestras propias bacterias nos provoquen alguna enfermedad. Sin embargo, si compartimos esa botella con otras personas sí se pueden introducir otro tipo de bacterias, lo que aumenta el riesgo de exponernos a nosotros. También las manos, si están sucias, juegan un papel determinante, ya que es fácil agarrar el borde del tapón con las manos sin lavar y que aparezcan bacterias como E.coli, Salmonella y Staphylococcus aureus. El riesgo aumenta cuando el agua que bebemos se expone al calor —como las temperaturas que se alcanzan en el interior de un coche en un día soleado—, porque el calor acelera el crecimiento de las bacterias. También si dejamos la botella abierta durante unas horas: en este caso el agua puede acumular polvo, residuos y otras partículas pequeñas del aire. Aunque es poco probable que esto provoque daños, sí puede alterar el sabor del agua si la tomamos al día siguiente. El riesgo aumenta cuando el agua que bebemos se expone al calor porque este acelera el crecimiento de las bacterias. Otro punto que debemos tener en cuenta es la procedencia del agua. Si hemos rellenado la botella con agua del grifo, que contiene cloro para matar bacterias, parásitos y virus, es fundamental pensar que este se disipa cuando se expone al aire y puede desaparecer casi por completo al cabo de uno a cinco días. En función del tiempo que haya estado el agua fuera, es posible que haya perdido esta defensa bacteriana. Por tanto, una botella de agua abierta debe consumirse lo antes posible si queremos obtener la máxima frescura y pureza. Además, es preferible, siempre que podamos, guardarla en la nevera para frenar el crecimiento bacteriano. De vidrio o plástico También los recipientes y el material en los que se almacena el agua influyen en el mantenimiento de las propiedades del agua. Aunque el tiempo no suele ser un problema cuando se trata de la seguridad del agua embotellada, sí hay otros factores que pueden serlo. Uno de ellos es la temperatura, especialmente cuando hablamos de botellas d
Aunque una botella de agua cerrada se puede beber sin peligro incluso después de años, una vez abierta se acorta de forma drástica su vida útil
Qué nos dice el color de la miel sobre su origen y propiedades
A todos nos ha pasado alguna vez: compramos una botella de agua, la abrimos y la dejamos todo el fin de semana en la encimera o en la mesita de noche, o incluso dentro de la mochila durante varios días. Aunque la fecha de caducidad o de consumo preferente nos ayuda a determinar si podemos beber de esa botella o no, ¿qué ocurre cuando ya la hemos abierto? ¿Dura lo mismo que si no la abrimos? ¿Cuánto tiempo podemos conservarla abierta?
Sea cual sea el caso, el agua del día anterior no encabeza la lista de preocupaciones de salud pública, ya que es muy poco probable que provoque ninguna enfermedad, aunque es posible que no tenga muy buen sabor, sobre todo si no la hemos tapado. Pero cuanto más tiempo pase dentro, más probabilidad de que aparezcan problemas.
¿El agua embotellada se echa a perder después de abrir?
Aunque una botella de agua cerrada se puede beber sin peligro incluso después de años, una vez abierta se acorta de forma drástica su vida útil, ya que queda expuesta al aire y a posibles contaminantes que proceden de nuestras propias manos e incluso de la boca. Cuando el agua queda en la botella varios días es posible que se forme un caldo de cultivo donde habitan esporas de moho de las manos que acaban en el líquido.
Si, además, la dejamos a temperatura ambiente, las bacterias pueden empezar a crecer dentro de la botella al cabo de unos días, sobre todo si bebemos directamente de la botella.
En este caso, debemos tener presente que con cada sorbo que damos, se pueden introducir nuevas bacterias, la mayoría procedentes de nuestra boca, que tiene su propio microbioma. Pero es poco probable que nuestras propias bacterias nos provoquen alguna enfermedad. Sin embargo, si compartimos esa botella con otras personas sí se pueden introducir otro tipo de bacterias, lo que aumenta el riesgo de exponernos a nosotros.
También las manos, si están sucias, juegan un papel determinante, ya que es fácil agarrar el borde del tapón con las manos sin lavar y que aparezcan bacterias como E.coli, Salmonella y Staphylococcus aureus.
El riesgo aumenta cuando el agua que bebemos se expone al calor —como las temperaturas que se alcanzan en el interior de un coche en un día soleado—, porque el calor acelera el crecimiento de las bacterias. También si dejamos la botella abierta durante unas horas: en este caso el agua puede acumular polvo, residuos y otras partículas pequeñas del aire. Aunque es poco probable que esto provoque daños, sí puede alterar el sabor del agua si la tomamos al día siguiente.
Otro punto que debemos tener en cuenta es la procedencia del agua. Si hemos rellenado la botella con agua del grifo, que contiene cloro para matar bacterias, parásitos y virus, es fundamental pensar que este se disipa cuando se expone al aire y puede desaparecer casi por completo al cabo de uno a cinco días. En función del tiempo que haya estado el agua fuera, es posible que haya perdido esta defensa bacteriana.
Por tanto, una botella de agua abierta debe consumirse lo antes posible si queremos obtener la máxima frescura y pureza. Además, es preferible, siempre que podamos, guardarla en la nevera para frenar el crecimiento bacteriano.
De vidrio o plástico
También los recipientes y el material en los que se almacena el agua influyen en el mantenimiento de las propiedades del agua.
Aunque el tiempo no suele ser un problema cuando se trata de la seguridad del agua embotellada, sí hay otros factores que pueden serlo. Uno de ellos es la temperatura, especialmente cuando hablamos de botellas de plástico. Y es que, a medida que aumentan las temperaturas de almacenamiento, también lo hacen los riesgos. Al menos es lo que demuestra un estudio publicado en ScienceDirect según el cual las botellas de agua de plástico almacenadas a 65°C muestran niveles de antimonio superiores a los límites establecidos por la Food and Drug Administration (la FDA estadounidense) al cabo de 38 días.
También la exposición prolongada al calor y al sol puede provocar la aparición de moho y algas, lo que invita a almacenarla en un lugar fresco y oscuro, en una despensa o sótano lejos de la luz solar. Y esto sirve tanto para la botella de plástico como la de vidrio.
Las botellas de vidrio, en cambio, tienen ciertas ventajas respecto a las de plástico, ya que se trata de un material más higiénico. En este caso, no existe riesgo de que se filtren sustancias químicas inorgánicas en el líquido cuando se calienta o enfría. Además, no se oxida y resiste numerosos lavados y esterilizaciones. Las botellas de agua de vidrio no son porosas, lo que significa que no absorben sabores ni olores de los líquidos que contienen. También son duraderas y fáciles de limpiar aunque se pueden romper con facilidad.
Consejos para mantener el agua de la botella limpia
No solemos tratar las botellas de agua como lo hacemos con otros utensilios de cocina como los vasos. Una vez que hemos bebido, la dejamos de lado hasta que no le damos otro uso, o la volvemos a llenar, mientras que un vaso vacío termina seguro en el lavavajillas o, como mínimo, lo enjuagaremos. ¿Qué podemos hacer para que la botella de agua no se llene de gérmenes con el tiempo?
- Mantener el agua tapada para proteger el agua de bacterias potencialmente dañinas y evitar dejar la botella con agua dentro durante largos tiempo entre un uso y otro.
- Si hace muchos días que el agua está en la botella podemos aprovecharla para regar las plantas.
- Evitar beber agua de una botella que ha estado en un coche al sol.
- Guardar las botellas de agua de plástico de un solo uso en un lugar fresco y oscuro y respeta las fechas de consumo preferente.
- Evitar compartir la botella de agua con otra persona.